miércoles, 10 de noviembre de 2010

Carta de un perro viejo a su amo


Aquí estoy, tirado en un rincón. Sobre el charco de orín que yo mismo he provocado y que vos estás cansado de limpiar.
Las moscas sobrevuelan mi comida, desde ayer que la pusiste en el plato....es que ya no tengo hambre... ni ganas de levantarme....estoy todo el día echado....y casi sin moverme.
Me siento cansado. Aunque no hago nada, igual estoy cansado. No sé, pero siento que me pesan los huesos. Y eso que estoy tan flaco que tan solo el cuero me sostiene. Pero por sobre todo estoy triste. Pero no tanto por mí, que me veo así como un trapo viejo. No. Más que nada por vos ¿sabés?, que ya no me prestás atención y que veo que cada vez te molesto más.
Yo sé que es incómoda mi presencia ahora en la casa. Que ya ni hasta las pulgas me quieren. ¿Pero qué puedo hacer?
Son muchos años que estamos juntos y vos sabés que desde siempre te serví como a mi dueño. Más que eso todavía...fuí tu amigo.
A vos te veo mal. Te noto taciturno. La indecisión ronda tu cabeza. Y yo sé de qué se trata. Un amigo te lo dijo el otro día: -¡Así no pueden seguir !
Haceme caso.
¡ Sacrificalo, es la única solución ! ¿ O a vos te gusta verlo sufrir ?.
Yo sé que ese amigo tuyo no tuvo mala intención. Pero, por favor, no lo hagas....no! no quiero que me maten-
Viejo y todo como estoy a mí me gusta la vida. Buscá alguna otra cosa. Fijate si no hay otra alternativa. Yo quiero seguir luchando. No te entregues todavía. Y si ya no hubiera más remedio, si por más que quisieras no encontrases algo que me alivie la vida, entonces dejame morir en paz, cuando llegue mi día...

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