1- Un perro es un perro
Sí, es una obviedad, pero por eso mismo es natural que ladre, escarbe, use la boca para jugar… pero claro, nosotros somos humanos y por eso esos comportamientos pueden no interesarnos. La solución no es criticar al perro por comportase como perro sino enseñarle lo que queremos que haga. La culpa no es del perro. Es nuestra por no enseñarle a hacer lo que nos interesa que haga.
2- El perro hará aquello en lo que salga reforzado
Nuestro comportamiento con el perro es fundamental. El perro hará aquello que le beneficia. Por eso muchas veces tenemos que pararnos a pensar en la consecuencia de nuestros actos. Por ejemplo, si nuestro perro ladra para que le tiremos un juguete, y se lo tiramos, le estamos enseñando que cuando quiera jugar ladrar es su mejor recurso.
3- El perro no sabe hablar. Ni entiende lo que le decimos
De nada sirve decirle que no haga un determinado comportamiento ya que él no entiende lo que le decimos. Lo que tenemos que hacer es pedirle que haga una conducta que sí sepa hacer. Así la hará y abandonará la conducta incorrecta.
4- Mensajes claros (y los mismos)
Es fundamental ser claro y constante con nuestro perro. Si no, el perro se confunde y no sabe a qué atenerse. Si unas veces le dejamos hacer algo, otras veces no, y otras a medias, el perro queda hecho un lío y finalmente tenderá a montárselo él sólo según le interese.
5- Fuera excitabilidad
Por desgracia, y más en la época presente, los dueños dedican al perro muy poco tiempo. Y cuando salen con él, los paseos son muy breves y los juegos también. Así se fomenta un ansia en el perro -que tiene muchísima energía y no puede desgastarla-. Y en los paseos parece que le va la vida en llegar y tirar hacia cada farola… luego, al quedar suelto, se fomenta excitación a base de tirarle objetos para que corra tras ellos, sin control ni límite ninguno…y luego, claro, el perro está como una moto…
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