Tenemos que entender que cuando el perro corre detrás de un objeto su cerebro está en formato "caza". Y cuando consiguen coger el objeto, la "presa", el instinto les dice que se vayan a un lugar tranquilo para poder masticarla. Por lo que no es que el perro no quiera devolvernos la pelota, sino que es algo que le sale natural y no ha aprendido a volver a nuestro lado y soltar la "presa".
Una vez que el perro tiene la pelota, lo que hacemos normalmente es ir hacia él para que nos la devuelva. Y es en este momento cuando se inicia un juego al que los perros les encanta jugar, es el de "píllame si puedes". En este juego quien es perseguido es quien controla el juego, el perro, y quienes persiguen, nosotros, lo seguidores.
Suelen ocurrir dos cosas cuando un perro no devuelve la pelota: la primera, es que no se acerque a nosotros; y la segunda, que si se acerca no suelte la pelota. Hay que conseguir que haga las dos cosas.
Cómo hacer para que el perro suelte la pelota
- Lanza la pelota a corta distancia y en cuanto el perro la tenga en la boca gira en sentido contrario e invítale a seguirte.
- Si suelta la pelota antes de llegar, no pasa nada, vete tranquilamente hacia ella, sin ir de frente al perro, coge la pelota y lánzala de nuevo. Pero esta vez, intenta alejarte un poco más para que el perro se acerque más a ti y suelte la pelota más cerca.
- Si a mitad de camino el perro se gira y se aleja, no caigas en la tentación de perseguirle. Llámale e invítale a venir con gestos alejándote cada vez más hasta que vuelva a seguirte.
- Si llega a tu lado pero no suelta la pelota, no intentes quitársela de la boca. Espera a que la suelte (en este momento no hay que perder la paciencia) y muy importante, en cuanto la suelte lánzala otra vez instantáneamente, sin perder un segundo. El perro tiene que entender que su premio por soltar la pelota es volverla a tener.
Poco a poco, de esta forma, el perro querrá involucrarte cada vez más en el juego de la pelota.
Una vez que el perro empiece a soltar la pelota y puedas jugar con él, es el momento de incorporar ejercicios de obediencia para que el juego no se convierta en pura excitación y descontrol.
Agradecimiento: a Ricardo Antón (http://dogguaubilbao.blogspot.com.es), por permitirme publicar su artículo
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