Aunque aún es pronto para llegar a conclusiones, creo que no me equivoco si digo que de unos años a esta parte hemos mejorado en lo que a cultura canina se refiere. Antes, se desconocían muchas cosas de los perros y su adiestramiento, que a Dios gracias ya no son novedad. Por otra parte, la gente está más sensibilizada con la atención, cuidados y prevenciones que necesitan los perros. Han proliferado los veterinarios, educadores caninos, adiestradores, marcas comerciales de piensos y utensilios para perros, incluso se habla ya de parques para perros y playas con acceso perruno. Todo esto no quiere decir que todo esté perfectamente; aún hay que seguir avanzando, pero gran parte del camino ya está hecho.
En cuanto a lo que nos queda por avanzar, entre otras cosas, hay dos cuestiones que, al menos en mi zona, necesitan un cambio urgente y me llaman poderosamente la atención: la humanización de los perros y el desenfoque de la vida humana. Me explico.
En cuanto a la humanización de los perros, sabemos que es un error ya denunciado en múltiples foros, el considerar a los perros como seres humanos de cuatro patas en los que proyectamos nuestros sentimientos. Ni nos entienden los discursos que les dirigimos, ni tienen sentimiento de culpa, ni se vengan ni…..sólo reaccionan ante los estímulos con su mente animal, conforme a sus necesidades, experiencia vital y en su caso adiestramiento. Discrepo, ya me perdonaréis, con la mítica frase de que “prefiero a mi perro antes que a los hombres”. El perro sólo reacciona. Ni tiene libertad como el ser humano, ni tiene capacidad de razonamiento complejo y sacrificio como el ser humano. Sólo tiene instinto. Es cierto que en sus parámetros instintivos y de observación del entorno y uso de sus sentidos, ve las cosas desde perspectivas que a una mente compleja como la nuestra pueden pasarnos desapercibidas. Ahí están esos comportamientos que nos maravillan a todos y que posibilitan que puedan ser aprovechados los perros para fines en servicio de la sociedad.
Con todo esto no quiero desencantar ni hundir a nadie. Todo lo contrario. Si ponemos a los perros en su punto justo, sabremos tratarles como necesitan, tratándoles como puros perros. Nos lo agradecerán. No necesitan que les compremos ropa, ni colonia, ni que les abracemos ni nada por el estilo. Es más, si no respetamos estas cosas les crearemos problemas de conducta. Les desnaturalizaremos en su propio perjuicio (y también en el fondo, en el nuestro)
La otra cuestión es el desenfoque de la vida humana. Todos tenemos en la cabeza la problemática del abandono animal, del maltrato, etc. Lógico. Y se van, afortunadamente, ganando posiciones en estos campos. Ahora bien, y lo digo por algunos que conozco, esas ideas tan sólidas y bienpensantes hacen aguas y se transforman en dudas cuando en vez de tratarse de un perro se trata de un niño. ¿ Por qué? ¿Acaso vale más la vida de un perro que la de un niño? No termino de entender cómo se puede hablar en el mismo plano y sin inmutarse de la esterilización de perros y de seres humanos, como si de la misma cosa se tratara. Ni entiendo cómo algunos se rasgan las vestiduras ante un perro que ha sido sacrificado y no ante un aborto de un ser humano vivo y con tanta dignidad como la nuestra, que nada sabe de otros problemas ajenos a él.
Estoy seguro de que el amor a los perros no tiene que hacernos desenfocar la naturaleza de las cosas y la del ser humano, sino todo lo contrario. Y así todos nos beneficiaremos: los perros y nosotros.
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