Vemos que nuestros perros tienen conductas inapropiadas o que no obedecen.
Queremos que se comporten de un determinado modo, pero no hay manera.
Podemos dar mil vueltas al problema y llegar a conclusiones erróneas. Muchas veces la solución es tan sencilla como ponernos en la mente del perro y comprender la causa de que actúe así; qué es lo que hace que se comporte así. Salir de nuestro modo de pensar y ponernos en su piel. Descubriremos así lo que de otra forma no hemos sido capaces de comprender. Y conociendo esa motivación del perro, podremos actuar para conseguir lo que queremos.
Muchas veces todo es tan sencillo como que nuestro perro tiene miedo, está agobiado, o simplemente se pone en el lugar más cómodo que ha encontrado. Nada más. Nada raro.
A veces, el problema lo tenemos nosotros, no nuestro perro.
Queremos que haga algo, pero sólo conseguimos confundirlo. El problema está en la transmisión. Si no queremos que haga algo, lo mejor y más sencillo es enseñarle a hacer lo que queremos que haga.
En vez de intentar disuadirle de maneras rocambolescas de que desista de lo que hace, sin entender por qué ya que él actúa conforme a lo más sencillo y natural para él, sin entender de etiquetas humanas, lo mejor es indicarle qué queremos que haga. Y punto. Así conseguiremos la conducta deseada. Haciendo eso dejará de hacer lo que acostumbraba.
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