martes, 24 de febrero de 2009

El perro es carnívoro

La alimentación de los perros como la de los humanos condiciona su salud.

El perro pertenece al grupo de los carnívoros y en estado salvaje se alimenta de carne. Los esqueletos de perros salvajes o semisalvajes demuestran que estaban en un estado de salud excelente.

Por lo tanto, el perro es ante todo un consumidor de carne, estando toda su anatomía adaptada para un régimen cárnico, con dientes hechos para desgarrar y aplastar, mandíbulas y músculos potentes, un estómago pequeño y muy musculoso, un intestino corto (con la finalidad de evitar la putrefacción de los alimentos cárnicos) y, sobre todo, los jugos gástricos, tremendamente potentes, específicos de los carnívoros, que pueden disolver hasta las roturas de hueso. Desde el punto de vista de la salud, los jugos gástricos y la saliva del perro son altamente antisépticos; es por ello que el perro puede ingerir sin peligro la carne "pasada" y también la que proviene de animales enfermos, que podría matar a un ser humano en un día. Sin embargo se ha de evitar la carne con un color sospechoso (procedente por ejemplo de un estado inflamatorio); por lo demás, el mismo perro suele rechazar ese tipo de carne.

La capacidad digestiva del perro es muy débil, si la comparamos, por ejemplo, con la de la cabra, que es un animal de talla semejante a la de los grandes perros adultos. Los hervíboros (Caballos, vacas) pueden asimilar un enorme volumen de alimento, y pueden consumir mucha cantidad de grano y forraje en un corto espacio de tiempo. En lo que atañe al perro, con su pequeño estómago, no puede asimilar más que pequeñas cantidades de alimentos. Por consiguiente, la regla básica consiste en suministrarle pequeñas cantidades de alimentos muy concentrados, siendo la carne cruda uno de los principales. Esta se administrará cortada a trozos, permitiendo así que los músculos, los dientes y la mandíbula ejecuten totalmente su función. Si reemplazamos la carne cruda por otros alimentos, los órganos carnívoros de la digestión sufren. Así pues, comprendemos con facilidad que la carne cruda ha de representar el 75% de la ración total de todo animal carnívoro.

La carne es un alimento muy concentrado, porque cuando un animal herbívoro tiene buena salud, su carne está constituida por sustancias contenidas en los vegetales, altamente nutritivas, de los que él previamente se ha alimentado, por ejemplo, forraje verde, cereales integrales, raíces, agua de manantial, ensilaje (Estos alimentos solo se suministran en las granjas naturales). La carne cruda contiene la celulosa de los alimentos vegetales (Que el perro digiere con dificultad y en cantidades muy limitadas en estado crudo), transformados por la digestión del herbívoro en proteínas que el perro digiere en la forma de un músculo de fácil asimilación. Esta dieta carnívora asegura un buen aporte de vitaminas y minerales, y es completamente natural para el perro, en tanto que para el ser humano es antinatural; este último no posee sistema digestivo de carnívoro, para el que la dieta cárnica, debido a su naturaleza putrefacta ocasiona un exceso de orina con el consiguiente endurecimiento de las arterias y ligamentos humanos, lo cual induce al comienzo antinatural del envejecimiento precoz.

Los animales carnívoros asimilan lo que ingieren en ocho horas más o menos, mientras que en el caso del ser humano hace falta por lo general, cuarenta y ocho horas para que los alimentos transiten por los 9 metros de intestino.

Hoy, miles de perros, la mayoría de ellos si contamos los de compañía alimentados habitualmente con alimentos cocidos, están privados totalmente de carne en su alimentación. Y así alimentados los perros sobreviven. Están infectados de gusanos, despiden mal olor corporal, tienen aliento fétido y envejecen prematuramente; el 70% de ellos sufren problemas renales a partir de los 7 años y pierden mucho sentido de la vista y del oído. Sus dientes a estas alturas ennegrecidos por una capa de sarro que ha de ser rascado regularmente por un veterinario.

Uno de los peores inconvenientes que achaco a la carne cocida y a la mayoría de los alimentos cocidos, en especial la leche (la cocción ha cambiado la naturaleza de la sustancia), es el efecto secundario cuando se conserva durante algún tiempo, muy distinto del natural. La carne cruda cuando se conserva durante muchos días, en particular en época veraniega, se vuelve "pasada" o "manida", adquiere un fuerte olor muy característico y se vuelve blanda en su interior. Se puede dar sin miedo a cualquier animal, pero para el perro es de lo más natural comer carne en este estado. Ciertamente uno de los mayores placeres del perro realmente sano, cuyo instinto no ha sido alterado con un régimen de alimentos cocidos, es el desenterrar la carne escondida en el suelo desde hace mucho tiempo, porque debemos recordar que el perro es un animal de naturaleza carroñero y cazador. Conservada durante varios días la carne cocida tiene un proceso evolutivo diferente: se vuelve de una tonalidad verde y empieza a transpirar. Dar carne cocida pasada equivale intrínsecamente a administrar veneno.

NOTA: El autor complementa la alimentación con: aguacates, aceitunas negras, coco, algarroba (baya del algarrobo), algas, huevo (incluyendo la cascara triturada), miel, fruta, frutos secos, raíces y tubérculos (zanahorias, nabos), queso, legumbres (soja, arvejas , sésamo) y cereales (avena, cebada, centeno, maíz, arroz etc) Se deberá recordar que estos alimentos representarán el 25% restante de su alimentación.

Fuente: http://www.weim.net/sanpan/ACBA/

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